jueves, 6 de noviembre de 2014

Última parte de las sesenta lecturas diarias

BLANCO POR FUERA 
_ Te voy a decir una adivinanza: “Amarillo por dentro, blanco por fuera”. ¿Qué será?
_ Ya sé: un plátano.
_ Te equivocaste medio a medio. Un plátano es amarillo por fuera y blanco por dentro. Todo al revés.
_ Tienes razón. ¿Qué tonto fui! Pero ahora sí que sé: “Amarillo por dentro y blanco por fuera” es un huevo.
_ Estás equivocado. No es un huevo. Es un chino envuelto en una sábana.
_ Está bien. Me engañaste. Pero ahora me toca a mí. Dime de qué se trata: blanco por dentro y café por fuera.
_ Muy fácil: un blanco envuelto en una sábana café.
_ No, no. No es eso.
_ Ya sé; si no es un blanco envuelto en una sábana café, “café por fuera y blanco por dentro” es un helado de coco cubierto de chocolate.
_ Eso sí. Me ganaste otra vez.                                                                                                              (151)

FÁBULA DE LA HORMIGA (Esopo)
              Dice una leyenda, que la hormiga actual era en otros tiempos un hombre, que consagrado a los trabajos de la agricultura, no se contentaba con el producto de su propio esfuerzo, sino que miraba con envidia el producto ajeno y robaba los frutos a sus vecinos.
             Indignado Zeus por la avaricia de este hombre, le transformó en hormiga.
             Pero, aunque cambió de forma, no le cambió el carácter, pues aún hoy día recorre los campos, recoge el trigo y la cebada ajenas y los guarda para su uso.
Aunque a los malvados se les castigue severamente, difícilmente cambian su naturaleza desviada. 
                (106)

LA NUBE 
        Cierto día de verano, el sol brilló con más fuerza que nunca. Un campo, sofocado por el gran calor, pidió ayuda a una nube:
        Dame un poco de agua, soberana del cielo _le dijo. Mis flores se mueren, la hierba se seca y los árboles están lánguidos.
        Pero la nubecilla siguió de largo. Sin hacer caso de la petición hecha por el campo, continuó hacia el mar donde soltó toda su carga.
        El océano no mostró ningún entusiasmo con tanta agua, y la nubecilla, muy ofendida, se dirigió a la montaña.
        _Y qué esperabas le dijo ésta. El mar es muy rico y no aprecia un regalo. En cambio, deberías habérsela dado al campo que te la pidió. Así, flores, hierbas y árboles se habrían podido salvar. Tu regalo  habría despertado gratitud.
       La nubecilla entonces comprendió que si con nuestros regalos no entregamos alegría y                                                          bienestar, éstos están de más.                                                       (152)

¿Sabías tú?
LOS DRAGONES
              Los dragones fueron representados por mucho tiempo como grandes serpientes o reptiles que poseen cualidades mágicas o espirituales. Viven en el agua y son el símbolo más antiguo del arte oriental.
       El origen de su nombre proviene del latín: dracodraconis, y es un término que designa a un animal mitológico, aunque también se llama así a un tipo de planta, por sus flores que semejan una cabeza de dragón.
            En Japón, los dragones representan el poder terrenal y espiritual, el conocimiento y la fuerza. Se cree que proporcionan salud y buena suerte. El dragón japonés posee tres garras en sus patas.        (106)

UNAS ZAPATILLAS MÁGICAS
A Ramón Leiva le regalaron unas zapatillas mágicas. _Tú te pones las zapatillas, nombras un lugar y ¡cataplum! estás en él.
Ramón se puso feliz las zapatillas mágicas.
_ Me gustaría estar en la punta de ese cerro _ dijo, mirando la cordillera. Todavía no terminaba de decirlo, cuando ya estaba en la punta de un cerro altísimo.
_ ¡Me falta el aire! ¡Me muero de frío! Me gustaría estar en el trópico. En medio de una selva.
Ramón estaba hablando todavía, cuando se vio metido en lo más hondo de una selva tropical.
_ ¡Aquí hay muchos mosquitos! ¡No aguanto la humedad y el calor! Me gustaría estar en el medio del mar.
Las zapatillas hicieron rápidamente su gracia y se llevaron a Ramón al medio del mar. Las olas eran inmensas y el viento soplaba con furia.
_ Lo único que quiero es estar en mi camita _ gritó Ramón.
Y ahí se quedó dormido feliz                                                                                                          (157) 

EL  SEÑOR  QUE  AMABA  A  LOS  DRAGONES
            El señor Ye amaba tanto a los dragones que los tenía tallados o en pinturas por toda su casa. Cuando de esto se enteró el verdadero Dragón Celestial, se puso muy contento y bajó a la Tierra; llegó a la casa del señor Ye y metió su cabeza por la puerta y su cola por la ventana.
           Al verlo, el señor Ye se asustó tanto que huyó despavorido y estuvo a punto de enloquecer de terror. Esto demuestra que el señor Ye no amaba tanto a los dragones; le gustaba su imagen, pero no el auténtico dragón. ¿No es cierto?                                                                                                  (107)

 LA  LECHERA  Y  LA CÁNTARA
               La hija de un granjero acababa de ordeñar las vacas y volvía a casa con la cántara de la leche a la cabeza. Mientras caminaba, iba pensando: La leche de esta cántara me proporcionará nata; yo la convertiré en mantequilla e iré a venderla al mercado; con el dinero que me den, compraré huevos, de los que saldrán pollitos que llenaran todo el corral; cuando sean mayores, venderé algunos y con el dinero me compraré un vestido nuevo con el que iré al mercado y todos los hombres me admirarán y se enamorarán de mí, pero yo les diré que no con la cabeza, sin comprometerme con ninguno.
                Olvidando la cántara que llevaba en la cabeza, unió la idea al pensamiento y movió la cabeza. Cayó la cántara, se rompió, la leche se derramó por el suelo y los sueños se desvanecieron.
                                   No contéis los polluelos hasta que hayan salido del huevo.                    (157)

LA  HISTORIA  DEL  SEÑOR  SIEMPREINVESTIGA
            El señor Siempreinvestiga todo lo quiere saber. Hoy está analizando una oración y ha descubierto que está formada por palabras, pero es tan curioso, que ahora quiere saber cómo se forman las palabras.
            Para realizar su trabajo ha escrito las palabras de esta manera: cha-que-ta, re-loj,  ma-ri-po-sa, te-lé-fo-no. Su ayudante Metete, le colabora diciendo que cada parte corresponde a un grupo de sonidos, que se pronuncian en un solo golpe de voz.
            El señor Siempreinvestiga sigue sin entender y Metete le dice que también puede ayudarse golpeando las manos.
            Recién nuestro amigo logra comprender de qué se trata y decide separar otras palabras.             (108) 

  MUJERCITA
    Érase una vez una mujercita que vivía en una  casita.
    Una noche, cuando estaba en su camita, oyó un  ruido. Salió de  la camita y encendió su velita. Miró bajo su camita. Miró bajo su mesita. Miró bajo su sillita. No había nada. Así que apagó su velita y regresó a su camita.
    La mujercita cerró los ojitos. Ya iba a dormirse cuando... ¡Oyó un ruido!
    Así que salió de la camita y encendió la velita  y bajó la escalerita. Entró en su salita. Miró bajo la mesita. Miró bajo las sillitas. No había nada. 
    Así que subió la escalerita, apagó la velita y regresó a su camita. La mujercita cerró los ojitos. Ya iba a dormirse cuando... ¡Oyó un ruido!
    Salió de la cama. Encendió la vela. Bajo la escalera. Entró en el comedor. Subió a la mesa. Levantó el mantel. Miró debajo. Y en eso salió...   ¡Buh!  
     _Vaya, vaya _dijo la mujercita_, ¡qué te parece! Asustarse de un simple ¡Buh!
(163) 

TRABALENGUAS 
Parra tenía una perra. Guerra tenía una parra.
La perra de Parra subió a la parra de Guerra.
Guerra pegó con la porra a la perra de Parra.
Y Parra de dijo a Guerra:
¿Por qué ha pegado Guerra con la porra a la perra de Parra?
Y Guerra le contestó:
Si la perra de Parra
no hubiera subido a la parra de Guerra, 
Guerra no habría pegado con la porra a la perra de Parra. 
(77) 

EL TOPO Y OTROS ANIMALES
          A orillas de un bosque, un perro, un zorro, un ratón, una liebre, una ardilla y un mono jugaban a la gallinita ciega. El mono los vendaba, por ser el más hábil con sus manos.
         Un mono escuchó risas y quiso ir a jugar también. Pidió ser admitido en el grupo y el mono lo aceptó. Al jugar, el topo se tropezaba, se caía y se golpeaba, pues su vista no es buena, ya que tiene sus ojos cubiertos por una piel, como todos los topos. En el siguiente juego, el topo fue atrapado en un segundo y le llegó el turno de pillar.
         ¡Un topo como gallinita ciega! ¿Quién lo haría mejor? Pero el topo tratando de disimular su ceguera, le dijo al mono:
         _¿Qué hacemos? ¿Me venda usted?
         Y los demás animales pensaron: “Si este topo sabiendo que esa casi ciego, aparenta ver, el leso que se reconoce leso, ¿confesará que lo es?                                                                                    (160)

 PATOS RECIÉN NACIDOS 
         ¿Cómo aprenden a nadar? La Naturaleza ha dotado a los patitos recién nacidos, de mucho coraje y valor. Unas horas después de haber nacido, son capaces de acompañar a su madre al agua. Saben nadar, sin haber aprendido nunca. Para este fin, la Naturaleza los hizo con sus patas palmeadas.
          De todas maneras, su madre tendrá que enseñarles muchas cosas que no saben al nacer y que deben aprender rapidito para poder sobrevivir.. Por ejemplo, es indispensable que sepan cómo esconderse y también cómo y dónde buscar comida.
          Deberán esperar para aprender a volar, pues eso lo podrán hacer sólo cuando les hayan crecido todas sus plumas.                                                                                                                            (110)

LAS GOLONDRINAS SON MUY VIAJERAS
          Las golondrinas migran a lugares cálidos durante el invierno, realizando larguísimos viajes. Las de Europa viajan hacia el sur, hacia el cálido continente de África. Ahí pasan el invierno europeo, a orillas de ríos y entre altas hierbas.
          A finales del verano y en grupos pequeños comienzan a regresar. Vuelan hacia el norte, sobre selvas, sabanas, estepas y demás paisajes. En el lago Chad, que queda en un país africano llamado Camerún, descansan, comen y beben en abundancia. Su memoria viajera recuerda los largos 2.500 kilómetrosdel desierto de Sahara que deben atravesar.
          Vuelan por la ruta de las caravanas de camellos, pues en ella y cada cierto trecho, hay un oasis con palmeras donde dormir. Cuando el sol es demasiado fuerte, se elevan a milo dos mil metros de altura, donde la temperatura es soportable. Desde ahí pueden ver anticipadamente las tormentas de polvo o arena. Si las ven, caen en picada buscando agujeros para refugiarse y no morir.
          Luego, llegan a las costas del mar Mediterráneo, siguen a alguna de sus islas y continúan subiendo por Europa hacia las ciudades donde anidan.
(189)


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